TEMA DE HOY:  LLUVIA EN TU DESIERTO

Enero 15

¡Buenos días, familia! Soy Richard Olives de la Fundación Hogares Bethel, y hoy Dios tiene un mensaje especial para ti.

¿Sabes? El otro día estaba caminando por el desierto de Atacama, y vi algo extraordinario. En medio de la aridez más absoluta, encontré un pequeño cactus floreciendo. Sus flores eran tan vibrantes, tan llenas de vida, que me detuve a contemplarlas. Y mientras estaba allí, Dios me habló al corazón sobre cómo Su palabra es exactamente como esa lluvia que transforma el desierto.

Hoy quiero hablarte sobre el poder transformador de la Palabra de Dios en tu vida. Isaías 55:10-11 nos dice: «Como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sin regar la tierra… así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía.»

¿Te has sentido alguna vez como ese desierto? ¿Seco, sin esperanza, esperando algo que renueve tu espíritu? Déjame decirte que no estás solo. Dios tiene un plan maravilloso para transformar esa aridez en un jardín floreciente.

Mira, cuando abres tu Biblia cada mañana, no estás simplemente leyendo palabras en una página. Estás permitiendo que el agua viva de Dios empape tu espíritu. Cada versículo es como una gota de lluvia que cae sobre la tierra seca de tu corazón.

Y te comparto algo poderoso: así como esos cactus en el desierto tienen sistemas de raíces profundas que les permiten absorber hasta la última gota de agua, tú también puedes desarrollar raíces espirituales profundas. Cuando meditas en Su palabra, cuando la guardas en tu corazón, estás creando esos sistemas que te permitirán florecer incluso en los momentos más áridos de tu vida.

Permíteme contarte sobre María, una mujer de nuestra congregación. Ella atravesaba un momento difícil en su matrimonio, se sentía marchita por dentro. Pero comenzó a leer la Biblia cada mañana, solo cinco minutos al principio. Esos cinco minutos se convirtieron en quince, luego en treinta. Y ¿sabes qué? Como esas flores del desierto, su vida comenzó a florecer de maneras que nunca imaginó.

Pero aquí viene una advertencia importante: la lluvia solo puede nutrir la tierra que está preparada para recibirla. Si tu corazón está endurecido, si has construido muros de amargura o resentimiento, incluso la mejor lluvia se deslizará sin penetrar. Necesitas abrir tu corazón, preparar el terreno.

Hoy te desafío: Durante los próximos 21 días, dedica tiempo cada mañana a la Palabra de Dios. No tiene que ser mucho tiempo – comienza con cinco minutos. Pero hazlo con un corazón abierto, esperando que esa agua viva transforme tu vida.

Y aquí está la promesa: Dios dice que Su palabra no volverá vacía. Así como la lluvia siempre cumple su propósito de hacer florecer el desierto, la Palabra de Dios cumplirá su propósito en tu vida.

Romanos 12:2 nos recuerda: «No os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento.» Esta es tu temporada de transformación. Es tu momento de florecer.

¡Vamos!, no importa cuán árida pueda parecer tu situación actual, Dios está listo para hacer llover Sus bendiciones en tu vida. Su Palabra es el agua viva que necesitas. ¿Estás listo para permitir que esa transformación comience hoy?

Recuerda: no eres un accidente, eres un milagro de Dios esperando florecer. Y así como esa lluvia transforma el desierto más árido en un jardín de belleza extraordinaria, la Palabra de Dios transformará tu vida en un testimonio de Su gloria.

Ahora, levanta tus manos al cielo y di conmigo: «Padre, estoy listo para ser transformado. Que Tu palabra sea como lluvia en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.»

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Cuando compartes este mensaje sobre el poder transformador de la Palabra, te conviertes en un canal de bendición. Así como una gota de agua puede iniciar un efecto ondulante, tu acción de compartir puede alcanzar a alguien que está atravesando un desierto espiritual.

No subestimes el poder de un mensaje compartido – podría ser exactamente lo que alguien necesita escuchar hoy.


Dios te habla al corazón:

«Amado hijo mío:

Te veo cuando te sientes árido, cuando tu corazón anhela renovación. Como un jardinero paciente, espero el momento perfecto para regar las semillas que he plantado en tu vida.

No temas a tus temporadas de sequía – son momentos donde tus raíces crecen más profundas buscándome. Y así como no hay flor del desierto que florezca sin Mi tiempo perfecto, no hay área seca en tu vida que no pueda ser transformada por Mi Palabra.

Cada vez que abres Mi Palabra, estás permitiendo que Mi amor fluya como agua fresca sobre tu espíritu. No necesitas entenderlo todo de inmediato – solo necesitas estar dispuesto a recibir.

Te he elegido para florecer, incluso en lugares donde otros ven solo aridez. Confía en Mí, permíteme regarte con Mi Palabra, y verás cómo transformo tu desierto en jardín.

Con amor eterno, Tu Padre Celestial»


Pregúntate reflexivamente:

  • ¿En qué áreas de mi vida me siento como un terreno árido necesitando el agua de la Palabra de Dios?
  • ¿Estoy permitiendo que la Palabra de Dios penetre profundamente en mi corazón, o solo la estoy dejando resbalar por la superficie?
  • ¿De qué manera puedo crear espacio en mi rutina diaria para ser «regado» por la Palabra de Dios?
  • ¿Cómo puedo ser un canal para que otros reciban esta agua viva en sus vidas?
  • ¿Qué «flores» espirituales han brotado en mi vida gracias a la Palabra de Dios?

Siembra en este Ministerio:

Amados hermanos, así como la lluvia es esencial para transformar el desierto, tu ofrenda es vital para transformar vidas. En Fundación Hogares Bethel y God Recovery, cada día vemos milagros de recuperación y renovación. Tu siembra permite que sigamos siendo ese oasis de esperanza para quienes buscan una nueva vida.

Para ofrendar, visita: www.fundacionhogaresbethel.org www.godrecovery.org

Oración:

«Padre Celestial,

Venimos ante ti con corazones abiertos como tierra sedienta esperando tu lluvia. Gracias porque tu Palabra es agua viva que transforma nuestros desiertos en jardines florecientes.

Señor, así como la lluvia no discrimina dónde cae, que tu Palabra alcance cada rincón árido de nuestras vidas. Transfórmanos, renuévanos, hazlos florecer para tu gloria.

Te pedimos especialmente por cada persona luchando contra las adicciones. Que tu Palabra sea ese río de vida que limpie, sane y restaure. Que donde hay sequedad, brote esperanza; donde hay dolor, florezca sanidad.

Bendice, Padre, a cada persona que siembra en este ministerio. Multiplica sus recursos como multiplicas las flores después de la lluvia. Y para aquellos que desean ofrendar pero no pueden ahora, provee para ellos, ábreles puertas de bendición.

En el nombre de Jesús, amén.»

Despedida:

Me despido declarando que así como la lluvia siempre cumple su propósito, la Palabra de Dios está cumpliendo su propósito en tu vida ahora mismo. Declaro que tus desiertos se convertirán en jardines, que donde había sequedad, brotará vida nueva.

¡Hasta mañana, familia! Recuerda: no eres un desierto destinado a la aridez, eres un jardín destinado a florecer. ¡Dios los bendiga abundantemente!

-Richard Olives Fundación Hogares Bethel

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