«CUANDO EL DESÁNIMO TE VISITA»

(terapia de hoy, si prefieres puedes ver el video)

Reflexión:

A veces, el desánimo llega sin avisar, como una nube que se instala sobre nosotros y parece no querer irse. Nos quita las fuerzas, nos roba la alegría y nos hace cuestionar todo lo que hacemos. En esos momentos, lo más fácil sería rendirse, pero hay algo que debes recordar: el desánimo no es el final de la historia, es solo una parte del camino.

Es normal sentirse cansado, agotado y a veces incluso querer tirar la toalla, pero Dios no te ha dejado solo en medio de la tormenta. Él conoce tus luchas, tus momentos de duda y tus pensamientos más profundos. En Isaías 41:10, Él nos dice: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te fortalece; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia».

Este versículo nos recuerda que aunque nos sintamos débiles, Dios es nuestra fortaleza. No es necesario ser perfectos ni tener todo bajo control; solo necesitamos confiar en que, aunque no veamos la salida, Él está trabajando en nuestro favor.

El desánimo no tiene que definir tus pasos. Puede que hoy no sientas el impulso para seguir adelante, pero toma un momento para descansar en la promesa de que hay esperanza. Cada paso que das, aunque sea pequeño, cuenta. Cada día que decides levantarte, incluso cuando no tienes ganas, es una victoria.

A veces, lo que más necesitamos es detenernos y hablar con Dios como lo haríamos con un amigo. Cuéntale lo que te preocupa, lo que te agobia, y permite que Su paz te envuelva. Mateo 11:28 nos invita a llevar nuestras cargas a Él: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar».

Hoy, aunque el desánimo toque a tu puerta, recuerda que tienes una fuerza dentro de ti que no depende de tus emociones. Es Dios quien te sostiene y quien te llevará más allá de este momento. Este desánimo pasará, y cuando lo haga, verás que fue una oportunidad para confiar más en Su plan.

Dios te habla!

Hijo mío, sé que estás cansado. Siento en tu corazón la carga que llevas, esa sensación de que no puedes más. Pero hoy quiero decirte algo importante: no estás solo. Yo estoy contigo en cada paso que das, en cada decisión que tomas, incluso cuando sientes que no tienes fuerzas para continuar.

Te he visto esforzarte, te he visto luchar con tus pensamientos y emociones, y aunque a veces sientas que no hay salida, quiero que recuerdes que soy tu Padre, y estoy aquí para guiarte. No te he llamado para que vivas en angustia o en temor. Al contrario, te he dado un espíritu de poder, amor y dominio propio.

Cuando las circunstancias parecen demasiado difíciles, cuando te sientes atrapado en una situación de la que no puedes salir, confía en mí. Mi plan para ti es más grande que el momento que estás viviendo ahora. Sé que a veces te preguntas por qué, pero quiero que confíes en que todo lo que atraviesas te está moldeando para algo mejor.

No te enfoques en lo que no puedes cambiar, sino en lo que sí puedes hacer hoy. Da un paso de fe. Permíteme ser tu refugio, tu fortaleza. No es con tus fuerzas que vas a superar esto, es con las mías. Acércate a mí, habla conmigo como lo harías con un amigo cercano, y permite que mi paz llene tu vida.


Enfoque terapéutico

Lo que estás experimentando ahora puede sentirse como una situación de la que es difícil escapar. Quizás sientes que el peso de tus pensamientos y emociones es demasiado grande, y no sabes por dónde empezar. Pero lo primero que debemos reconocer es que todos tenemos momentos de duda, momentos en los que el cansancio emocional y mental parece tomar el control. Es normal que, cuando estamos en medio de una situación difícil, nuestras emociones nublen nuestra capacidad de ver una solución clara.

Piensa en cómo estás interpretando lo que te rodea. A veces, podemos enfocarnos tanto en lo negativo que olvidamos que también hay aspectos de nuestra vida que están bien, que tenemos la capacidad de cambiar nuestra perspectiva. Si te sientes atrapado, intenta hacer pequeños cambios. No necesitas resolver todo de golpe. Empieza con un paso, con una acción que te permita sentir que estás avanzando. Por ejemplo, en lugar de enfocarte en el problema completo, trata de dividirlo en partes más pequeñas y manejables. A veces, el simple hecho de hacer algo diferente puede romper el ciclo de pensamientos repetitivos que nos mantienen estancados.

Es vital también reconocer que tus pensamientos no siempre son la realidad. Lo que piensas sobre ti mismo o la situación no define tu valor ni tu futuro. Es un buen momento para identificar esos pensamientos que te limitan y comenzar a reemplazarlos con otros más saludables y realistas. Recuerda que no estás solo en este proceso. Busca el apoyo de personas que te ayuden a ver las cosas desde otra perspectiva y confía en que con tiempo, paciencia y esfuerzo, podrás superar lo que enfrentas.

En lo espiritual, hay un consuelo profundo en saber que no tienes que llevar esta carga solo. Dios está contigo, guiándote, dándote fuerzas, y te invita a confiar en Él. No importa cuán difícil parezca la situación, hay una esperanza que va más allá de lo que ves ahora. El cambio es posible, tanto en tu mente como en tu espíritu.


Oración a Dios

Padre Celestial, venimos delante de ti reconociendo tu poder y tu amor. Sabemos que en ti encontramos fortaleza, y hoy te pedimos que nos guíes en medio de nuestras dificultades. A veces las situaciones que enfrentamos parecen demasiado grandes, pero confiamos en que tú eres más grande que cualquier circunstancia.

En el nombre de Jesucristo, te pedimos que nos des la sabiduría para ver más allá de nuestras limitaciones, que podamos descansar en tu promesa de paz y fortaleza. Llénanos con tu presencia y ayúdanos a tomar decisiones que nos acerquen a la solución. No permitas que el miedo nos detenga, sino que podamos caminar en fe, sabiendo que tú siempre estás a nuestro lado.

Danos el valor para enfrentar cada día con esperanza, y que podamos ver las oportunidades de crecer y de ser transformados. Te agradecemos porque sabemos que ya estás obrando en nuestras vidas, incluso cuando no lo podemos ver con claridad.


Oración por el adicto y su familia

Padre Celestial, venimos a ti hoy con un corazón lleno de compasión por aquellos que están atrapados en la adicción. Tú conoces sus luchas, sus miedos, y el dolor que experimentan tanto ellos como sus familias. Oramos por aquellos que aún no han encontrado el camino hacia la recuperación, que tu luz los guíe hacia la libertad que tanto necesitan. Rompe las cadenas que los atan y dales un nuevo comienzo.

Te pedimos también por aquellos que ya están en recuperación. Sabemos que este es un camino difícil, lleno de altos y bajos, pero confiamos en que tú les darás la fuerza para perseverar. Que en cada paso que den sientan tu presencia, que no se sientan solos, sino que recuerden que tú estás con ellos en cada batalla.

Por sus familias, Señor, te pedimos paz y fortaleza. Que puedan ser un apoyo constante para sus seres queridos, y que no pierdan la esperanza en medio de la lucha. Llena sus corazones de amor, paciencia y comprensión, y que puedan ver el milagro de la restauración en sus hogares.

En el nombre de Jesucristo, creemos que tú puedes hacer lo imposible, que puedes sanar lo que parece irreparable y traer vida nueva donde antes había dolor. Amén.

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