Enero 27
UN PASO A LA VEZ: Reflexión diaria para la Transformación del Adicto
Querido amigo en recuperación:
Sé exactamente cómo te sientes. Las cicatrices de la adicción son profundas – esos momentos oscuros, las decisiones que tomamos bajo el influjo, la gente que lastimamos, y sobre todo, el daño que nos hicimos a nosotros mismos. Yo también las llevo conmigo.
Pero escúchame bien: esas cicatrices que tanto te avergüenzan son en realidad medallas de supervivencia. Son la prueba viviente de tu lucha, de tu valentía para buscar ayuda, de tu fortaleza para mantenerte limpio un día a la vez.
La culpa y la vergüenza son parte del juego del adicto activo. Tu adicción quiere que te quedes ahí, atrapado en el remordimiento, porque sabe que mientras más te castigues, más cerca estarás de volver a consumir.
Hoy eliges diferente. Hoy miras tus cicatrices y ves historias de recuperación. Cada marca es un testimonio de que elegiste vivir, de que encontraste la luz en medio de la oscuridad.
¿Sabes por qué sigues aquí? Porque tu experiencia es valiosa. En los grupos, cuando compartes tu historia, tocas corazones. Cuando extiendes la mano a otro adicto que sufre, tus cicatrices hablan más fuerte que cualquier libro de autoayuda.
No estás roto. Estás reconstruido. Y esa reconstrucción te hace perfecto para ayudar a otros que están donde tú estuviste. Tu historia de recuperación es esperanza viva para alguien que hoy lucha contra su adicción.
Sigue adelante, un día a la vez. Tus cicatrices no te definen – te fortalecen.
Pregúntate reflexivamente:
¿Qué historias de sanación puedo compartir desde mis cicatrices para inspirar a otros adictos que aún sufren?
¡Dios te habla!:
Hijo mío, tus heridas no son tu vergüenza, son mi gloria manifestada. Como transformé a Pablo de perseguidor a apóstol, así transformo tu dolor en propósito. «Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2 Corintios 4:17).
Afirmación para hoy:
Repite conmigo: «Mis cicatrices son testimonios de victoria. No me definen, me fortalecen para ayudar a otros.»
Oración:
Padre amado, gracias porque mis heridas ya no sangran. Tú las has transformado en testimonios de tu poder. Úsame como instrumento de tu amor para alcanzar a otros que sufren. En el nombre de Jesús, amén.
Comparte:
Tu historia de recuperación es medicina para alguien más. Comparte este mensaje – cada vez que lo haces, enciendes una luz de esperanza en la oscuridad de otro adicto.
Ofrenda:
Tu gratitud por la recuperación se multiplica al sembrar en esta obra. Tu ofrenda sostiene este ministerio que alcanza a adictos 24/7. Visita nuestra web para más información sobre donaciones, grupos de apoyo y los 12 pasos.
Hasta mañana:
Con amor, Hogares Bethel te abraza. Recuerda: tus cicatrices son nuestro puente hacia los que aún sufren.
Atentamente: www.hogaresbethel.org
